La sensualidad del cuerpo desnudo es algo que todas las culturas han sabido apreciar. Tal vez todavía se siga viendo por parte de algunos como algo vulgar, ya que consideran que la desnudez no es apropiada en ambientes públicos, por ejemplo. Sin embargo, el ser humano nace desnudo, y ese es su estado natural. Durante siglos le hemos dado a la desnudez una connotación sexual que en realidad no debería tener por sí misma. De hecho, los naturistas prefieren ir desnudos todo el tiempo, y no es algo que tenga que ver con el deseo sexual. Es simplemente una forma más de entender su libertad, a la hora de vestir, o en este caso, de no vestirse. Los desnudos en cine y televisión siguen provocando hoy en día sonrojos, momentos incómodos si lo vemos con otras personas, pero también mucha polémica. ¿Son un reclamo, aun a estas alturas, para atraer a más espectadores? ¿Están realmente justificados esos desnudos o no son más que carnaza para generar polémica?
A lo largo de las décadas pasados hemos vivido todo tipo de momentos en torno al destape. En España, por ejemplo, después de cuarenta años de dictadura, el cine erótico se hizo muy popular. La represión terminó con una necesidad imperiosa de disfrutar del sexo en pantalla, o al menos, de esos cuerpos desnudos que ya empezaban a aflorar en otros países. Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, incluso Alemania, ya contaban con géneros eróticos desarrollados. Desde los años 50 y especialmente en los 60 y 70, la desnudez se convirtió en algo natural en pantalla, y también en las revistas. Playboy nació ya con esa marcada tendencia erótica, y recogió el testigo de aquellos fotógrafos que durante décadas se enfrentaron a la censura de sus obras por mostrar la hermosura del cuerpo femenino. A lo largo del siglo XX muchos fotógrafos han sido integrándose dentro de ese grupo selecto de maestros de la fotografía erótica. Un arte que puede parecer sencillo, y basarse solo en la belleza o sensualidad de la modelo, pero que supone un verdadero reto para quien está detrás de las cámaras. Estos cinco genios supieron llevar este género mucho más allá.
La verdadera explosión de la fotografía erótica llegó en los años 60, rodeada también por aquella revolución sexual que apostaba por el amor libre. De entre todos los fotógrafos de la época, hubo uno que llamó especialmente la atención por su indiscutible talento a la hora de convertir en verdadero arte el desnudo, sobre todo femenino. Era Sam Haskin, de ascendencia africana, y que sorprendió por su maestría a la hora de plasmar los desnudos en obras en blanco y negro, con un solo punto de exposición. Las fotografías parecen sacadas prácticamente de la Antigua Roma, con modelos voluptuosas que posan de forma elegante y sutil, para nada excesiva. Haskin ha sido, sin lugar a dudas, uno de los fotógrafos eróticos más influyentes del siglo XX.
Muy marcada por la mitología y por la belleza clásica, Joyce Tenneson también comenzó a llamar la atención a finales de los años 70, con un estilo muy característico. Esta fotógrafa utilizaba una técnica muy peculiar para componer sus retratos, combinando varias imágenes con distinta exposición para lograr un efecto difuminado muy especial. Tenneson realizó múltiples exposiciones y llegó a publicar varios libros de fotografía erótica. También ha trabajado para grandes publicaciones a nivel internacional, retratando a celebridades como Demi Moore o Jodie Foster, convirtiéndolas en auténticas diosas griegas. La fotógrafa trataba también de transmitir el alma de cada persona en sus retratos, con un efecto luminoso muy particular que ha sido luego copiado por multitud de artistas.
Reducir a la leyenda Annie Leibovitz a una simple fotógrafa erótica es dejar de lado buena parte de su currículum. Basta decir que fue la fotógrafa oficial de la revista Rolling Stone durante más de una década, y luego se encargó de las portadas de Vanity Fair, seguramente la publicación más popular del mundo de la moda. Ha salido de gira con bandas como The Rolling Stones y tomó la última foto como pareja a John Lennon y Yoko Ono, horas antes de que el genio de Liverpool fuera asesinado. Leibovitz es un mito dentro de la fotografía y también se ha encargado de realizar muchos trabajos eróticos en los 70, 80 y 90, siendo una de las pocas capaces de poner ante la cámara a grandes celebridades. Sus fotos para Madonna ya son un icono del erotismo del siglo XX, y una de las sesiones más copiadas e influyentes de la fotografía mundial.
Salimos de Estados Unidos para llegar a Reino Unido y conocer a David Hamilton, seguramente uno de los más controvertidos y geniales fotógrafos eróticos de todos los tiempos. Hamilton, totalmente autodidacta, comenzó a hacer fotografías a los 33 años, y pronto encontró el éxito en un modelo muy definido: chicas muy jóvenes, todavía adolescentes, que posaban desnudas o semidesnudas. La sutileza del erotismo de aquellas jovencitas contrastaba con las acusaciones de pornografía infantil que durante años el fotógrafo tuvo que soportar. El siempre defendió que lo que hacía era arte, y que jamás miraba a las chicas de esa manera. Sus fotografías en tonos suaves y pasteles son la representación perfecta de esa núbila, la lolita que está empezando a ser consciente de su propio atractivo sexual. Hamilton desarrolló también un estilo similar en las películas que grabó, como Primeros Deseos o Bilitis, siendo hoy consideradas clásicos dentro del cine erótico.
El último enfant terrible de la fotografía de moda es sin duda Terry Richardson. Un tipo desaliñado pero con un talento inconmensurable, especialmente para fotografiar a mujeres desnudas de la forma más natural posible. Richardson casi siempre ha huido de ese falso glamour de Playboy, y ha hecho de sus fotos algo natural, tan real como sofisticado. En muchas ocasiones, sus fotos eran tan explícitas que tuvieron que ser censuradas en varios medios. Es, sin embargo, uno de los pocos que ha conseguido “desnudar” ante la cámara a algunas de las mayores celebridades del mundo. Hace unos años, Richardson perdió buena parte de su prestigio al ser acusado de agresión sexual por varias mujeres, que aseguraron que solía propasarse con las modelos a las que fotografiaba. Si bien esto ha podido frenar su carrera en los últimos tiempos, su arte en forma de fotografías eróticas será inmortal.